Retrato : Amélie Grouin, especialista en ginecología y obstetricia – El encuentro.

Cometas en el cielo, la novela del escritor Khaled Hosseini publicada en 2003, cuenta a travès del relato de una amistad rota, la historia contemporánea de Afganistán desde la década de 1970. Es una de las novelas que la Dra. Amélie Grouin había leído antes de su primera misión en el IMFE. En Afganistán, de noviembre a marzo, el cielo de la capital se llena de cometas.
Los hilos de estos divertidos pájaros de papel solían ser de seda pero ahora son de nylon, pegados con cola de arroz y recubiertos de mini fragmentos de vidrio para desgarrar los adversarios. Cuando estuvieron en el poder de 1996 a 2001, los talibanes prohibieron los torneos de cometas. Amelie sólo tiene un conocimiento parcial del país, conocimiento que construye a partir de sus lecturas, ya sean puramente literarias o más factuales. Conoce la situación geopolítica del país y probablemente sabe que los niños y jóvenes de 0-14 años representan más del 40% de la población total.
Unos meses antes de su primera misión, la medico buscaba un remplazo o un puesto temporal en Canadá. En ese momento, quiso aprovechar el mes y medio del que disponía entre dos períodos de trabajo para poner en práctica sus conocimientos fuera del espacio Schengen. Nuestro equipo canadiense le advirtió de las dificultades que puede enfrentar un médico francés para ejercer temporalmente en este país y le propuso ponerla en contacto con Agnès Simon, coordinadora médica de La Chaîne de l’Espoir en el programa del Instituto Médico Francés para Niños de Kabul. La doctora ya conocía la asociación porque había trabajado con ellos en Camboya cuando aún era estudiante. Durante ese periodo, realizó unas prácticas de casi dos meses en el hospital cardiológico de Phnom Penh, uno de los primeros centros abiertos por el fundador de La Chaîne de l’Espoir, el profesor Alain Deloche. La historia de Agnès y su punto de vista sobre la situación en el IMFE terminaron de convencer Amélie de ir a Afganistán.
La Dra. Grouin se preparó para realizar varios viajes a Kabul con la idea de darle continuidad a su formación personal y un apoyo sustancial a los equipos ya presentes en un terreno que ella iba a descubrir por primera vez. Agnès, para quien ya era la enésima misión, le presentó su nuevo trabajo con honestidad y serenidad. A su llegada, Amélie fue recibida en el aeropuerto y llevada directamente a la casa de huéspedes del IMFE donde se alojó el personal médico extranjero. Los médicos trabajan en condiciones muy seguras y Amélie se sintió inmediatamente a gusto. Agnès, que llegó al mismo tiempo, le presentó al equipo de ginecología, compuesto por cinco o seis mujeres. Durante el día, es preciso apoyar a los equipos en sus visitas a las salas, incluyendo la de partos. El objetivo es gestionar lo mejor posible el tratamiento del dolor y las extracciones instrumentales. Por la tarde, para ayudar al personal a reforzar sus conocimientos técnicos, se imparten cursos teóricos y se realizan algunas intervenciones quirúrgicas. El Dr. Grouin también prestó apoyo en los turnos de noche, pero nunca se quejó del cansancio que, sin embargo, debió de sentir. Cuenta que durante este primer viaje todo funcionó muy bien. Por ello se preparó, sin dudarlo para un segundo viaje al país del lapislázuli y las alfombras de brillante colorido.
El segundo viaje tuvo lugar en enero de 2020. Esta vez, Amélie se centró en la vertiente quirúrgica de su misión. A principios de 2020, las operaciones no son frecuentes y representan una oportunidad para ayudar a los médicos locales a perfeccionar su formación. Este componente educativo es en realidad el objetivo principal de estas misiones porque permite combinar la teoría con la práctica. Las mañanas se dedican a los cuidados y los médicos como Amélie están en la sala de partos o en el quirófano. La doctora explica que durante las tardes, cuando el personal médico tiene algo de tiempo libre, se dedica a dar clases. La comunicación es muy fluida y la relación con el equipo in situ, excelente. Las mujeres que componen el personal médico y de enfermería están muy interesadas en participar en estos cursos. También son muy receptivas y no dudan en discutir con los médicos en misión para informarles de cualquier desacuerdo, compartir sus experiencias y los protocolos que siguen habitualmente, así como sus lecturas médicas. «Son intercambios muy ricos», insiste la Dra. Grouin. Explica que «sus comentarios son prudentes y sabios» y añade que «no hay una sola manera de tratar a los pacientes. »
Los lugares físicos se construyen con historias y estas se convierten en la estructura de espacios como el Hospital Francés de Kabul. Son tristes, conmovedoras, a veces difíciles de escuchar. Afganistán es un país que sufre y su población civil es víctima de una violencia endémica. Amélie recuerda a esos padres cuyo destino estaba a punto de cambiar para siempre y que esperaban en la entrada de la sala de partos, llenos de una emoción universal. Algunos parecían preocupados, otros se alegraban, pero no dudaban en acercarse a la Dra. Grouin para preguntarle amablemente por el estado de salud de sus colegas. Esta confianza, acompañada de un gran respeto por el trabajo de médicos extranjeros que no hablan el mismo idioma y vienen de tan lejos, la sorprende un poco. «Podrían ser mas desconfiados, pero no lo son», dice. Al contrario. Amélie pudo «ver en la mirada de sus interlocutores ese respeto infinito” que la conmovió.
El hospital francés de Kabul ha acogido a estas tres mujeres apasionadas por su trabajo, concentradas en sus importantes misiones y que nunca olvidarán los rostros de los pacientes que han compartido una parte de su historia con el personal médico. Juntas, recorren el camino hacia un futuro mejor. Ser voluntario en una asociación como La chaîne de l’espoir es enriquecedor en muchos sentidos. Los médicos descubren una nueva cultura que les permite ampliar tanto sus horizontes profesionales como personales. Pero lo que compone la esencia misma de este trabajo, el corazón de la misión de estos médicos, lo que refuerza su compromiso, es el encuentro con los pacientes. Este es el sentido profundo de esta experiencia, que nos invita a aceptar la diferencia y la singularidad de la conciencia individual. Más allá del arte de curar se erige la dimensión humana. Esto es lo que le da sentido a esta profesión.