La urgencia del cambio

Este año, el Día Mundial de la Salud insiste en la necesidad de promover un mundo más justo y saludable.

En febrero pasado, Aruká, el último hombre de la comunidad Juma, en la Amazonía brasileña, murió de COVID-19. La región cuenta con muy pocos hospitales y las comunidades aisladas y vulnerables han tenido que enfrentar la pandemia solas. En este contexto, la enfermedad ha causado estragos entre los pueblos indígenas.

En Europa, desde el inicio de la pandemia, hemos visto en nuestras pantallas a médicos obligados a seleccionar a los pacientes en función de sus posibilidades de vida. Desde Londres hasta Lodi, en Italia, hemos observado con espanto el triste quehacer del personal de salud de los hospitales desbordados hasta ser vencidos por el agotamiento. Afortunadamente, salvo situaciones extremas y muy mediatizadas, los profesionales de la salud no tienen que tomar este tipo de decisiones a diario. Sin embargo, el hecho de establecer un orden de prioridad entre los pacientes es una necesidad en cualquier servicio de urgencias. Más allá de tener presente criterios complejos (nivel de gravedad, complicaciones, dolor), los médicos toman en cuenta datos que nos diferencian, como por ejemplo los relacionados con la existencia de posibles patologías.

La pandemia actual nos recuerda que los problemas de igualdad en la salud no dependen únicamente de consideraciones clínicas. No todos tenemos acceso a la atención medica y a las vacunas de la misma manera. Eso depende de muchos factores entre los cuales nuestro entorno social y nuestro nivel de vida juegan un papel importante. En este sentido, la COVID-19 funciona como un indicador de nuestras fracturas sociales.

Para Hannah Arendt (politóloga, filósofa y periodista alemana), la igualdad no es una evidencia sino una construcción social que debemos poner en práctica. No existe un consenso sobre el tema de las desigualdades, pero sigue siendo una de nuestras principales preocupaciones. ¿Es un mundo más justo un lugar utópico libre de disparidades? ¿Somos conscientes de que las desigualdades sociales tienen un carácter sistémico que conduce a una acumulación de desventajas o, por el contrario, de ventajas y privilegios, que abarcan todas las dimensiones de la vida? Dado que el problema es multifactorial, el tratamiento debe ser transversal y colectivo. Lo que la pandemia también ha puesto de relieve es que los países no pueden gestionar solos los desafíos que enfrentan. Asimismo, para el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, es imperativo «construir un multilateralismo en red, basado en una sólida cooperación entre organismos internacionales y regionales, instituciones financieras internacionales y otras alianzas e instituciones globales capaces de estimular nuevas dinámicas al servicio de las necesidades humanas, sociales y democráticas y de la transición ecológica”.

La lucha por un mundo más justo es una batalla que debemos librar juntos, y las empresas tienen también un papel importante que desempeñar para alcanzar este cambio. Por otra parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha formulado la siguiente definición del concepto de responsabilidad social empresarial (RSE): “La RSE refleja la forma en que las empresas toman en cuenta los efectos de sus actividades en la sociedad y afirman sus principios y valores tanto en la aplicación de sus métodos y procedimientos internos como en su relación con otros actores del sector”.

Involucrarse de manera efectiva y sostenible en el sector privado, por el bien común, puede parecer una tarea abstracta. En Prodie Santé hemos optado por movilizarnos en un marco multilateral y global. Defendemos los principios que consolidan el Pacto Mundial de las Naciones Unidas y defendemos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La adopción de un marco establecido y reconocido para el desarrollo, la implementación y el conocimiento público de políticas y prácticas ambientales, sociales y de gobernanza nos ofrece la posibilidad de desarrollar a nuestro nivel soluciones y estrategias concretas y  de darle sentido a nuestras acciones.

Uno de los ODS al que damos mayor importancia es aquel del acceso a la salud y al bienestar. A través de nuestras acciones filantrópicas, nuestras soluciones innovadoras para combatir la pandemia o la integración en nuestros proyectos de soluciones low-tech, nos esforzamos en desarrollar un enfoque altruista que no esté basado únicamente en intereses económicos. Somos conscientes de que no existe una fórmula mágica para crear un mundo más justo e inclusivo, pero deseamos responder a un llamado universal para luchar por el futuro de nuestro planeta.

Quedan menos de diez años antes de la fecha límite de 2030 para alcanzar los ODS. Todos somos conscientes de que se trata de una misión colectiva muy difícil que supone hacer una serie de compromisos y sacrificios a nivel mundial e individual. El cambio solo es posible a través de una acción conjunta global. En 1972, Lorenz, el científico estadounidense, publicó un artículo especializado con un título sorprendente: «Previsibilidad: ¿Puede el aleteo de una mariposa en Brasil producir un tornado en Texas? Este famoso descubrimiento se conoce como “el efecto mariposa» y plantea la idea que una gran cantidad de pequeñas cosas pueden ser responsables de un cambio importante en el futuro. Quizás por eso el tema sea tan popular y nos aliente a implicarnos más en el futuro de nuestro planeta planeta.